lunes, 27 de octubre de 2008

La fotografía y los dispositivos biométricos

La fotografía y los dispositivos biométricos

Cecilia B. Polinori




Abstract

La biometría es una tecnología de seguridad basada en el reconocimiento de una característica física e intransferible de las personas. Está la biometría estática, que es la medición de las características corporales de las personas; medición de impresiones dactilares, geometría de la mano, iris, forma de la cara, retina y venas del dorso de la mano. Existen también, pero menos usadas, las técnicas biométricas basadas en forma de las orejas, temperatura corporal y forma del cuerpo. A su vez, está la biometría dinámica, que es la medición de las características del comportamiento de las personas; el patrón de voz, firma manuscrita, dinámica del tecleo, cadencia del paso y análisis gestual.

Aunque en la actualidad, muchos países continúan confiando la identidad de sus ciudadanos a documentos que se autentifican por tener una fotografía del rostro del portador, el desarrollo de estas técnicas de identificación ha demostrado que la fotografía sólo sirve parcialmente para la identificación real. Esto es debido a los cambios fisonómicos naturales o artificiales y al problema que se plantea en torno a la evidente subjetividad que toda fotografía representa, aun en imágenes como las que estos documentos ostentan.





Desde su invención, la fotografía fue considerada una copia de lo fotografiado. Sin embargo, el desarrollo de las técnicas de identificación ha demostrado que la fotografía sólo sirve parcialmente para la identificación real, debido sobre todo a los cambios fisonómicos naturales o artificiales, cuestión ampliamente constatada hoy, pero desconocida en el siglo XIX.


La historia

La aplicación de la fotografía a la identificación y reconocimiento de personas fue inmediata con la divulgación de las cartes de visite (tarjetas de visita) que ideó Disderi en 1853 y que se distribuyeron por el mundo en pocos años. La policía judicial científica la empleó en Francia desde mediados del siglo XIX, tomando imágenes de los lugares o cuerpos del delito para su análisis en los laboratorios criminalistas. En 1854 Ernest Lacan propuso la creación de un servicio fotográfico policial que no fue establecido oficialmente hasta 1872.

A lo largo del último tercio del siglo XIX, las comisarías de policía europeas crearon secciones fotográficas para identificación de delincuentes. En España, la inseguridad provocada por el aumento del bandolerismo llevó en 1870 al gobernador de la provincia de Córdoba, Julián de Zugasti, a elaborar álbumes de consulta para la Guardia Civil con fichas fotográficas de delincuentes. En paralelo a estas actividades se desarrollaron prácticas antropométricas, para la investigación de las proporciones del cuerpo humano mediante procedimientos de medición aplicados a personas o a cadáveres.

Alphonse Bertillon estudió un nuevo método en el que combinó fotografía y antropometría para conseguir una identificación fiable. En 1880 presentó los resultados y realizó una prueba documental con 700 reconocimientos que fueron exactos. Tomaba fotografías de frente y perfil, así como detalles de la cabeza, cabello, nariz, orejas, etc. Partiendo de la ficha fotográfica, la aplicación real del método permitió estructurar 75.000 fotografías de la prefectura de policía de París. En el año 1907 dio a conocer un método perfeccionado que se basó en una ingeniosa aplicación de las leyes de la perspectiva a la fotografía. Para ello creó un aparato especial con el que tomaba fotografías en varias escalas de objetos no mayores de 40 centímetros a una distancia media de dos metros de la cámara, de manera que la medida real del objeto podría conocerse partiendo de las medidas de las fotografías según un sistema de escalas.

La antropometría judicial se aplicó en España por primera vez en Barcelona en1895, y el servicio se organizó oficialmente por Real Decreto de septiembre de 1896, abriendo un gabinete especial en la cárcel Celular de Madrid y otros tantos en las cárceles de las capitales de provincia. El uso de la fotografía para el reconocimiento e identificación tiene también una de sus más importantes aplicaciones en la antropología forense, tanto en el caso del levantamiento de restos, donde cobra primera magnitud la toma in situ por su valor documental para el sumario judicial, como en el posterior análisis del especialista en el laboratorio.

Si la fotografía de guerra es el paradigma del fotoperiodismo, el retrato de los sujetos de la guerra, es el modelo en el documento de identidad. Con las fotografías fue y es posible la identificación de miles de muertos en las guerras. Tras la Guerra Civil, se hacía necesaria la creación de un nuevo documento que se puso en marcha a través de un decreto en 1944. La iniciativa partió de Presidencia del Gobierno, del mismísimo general Franco. Los primeros obligados a formalizarlo fueron los presos y los que permanecían en libertad vigilada. En segundo lugar, el personal masculino que por su profesión o negocio mudaba con asiduidad de domicilio. En tercer lugar, los varones residentes en ciudades de más de 100.000 habitantes. Luego, los hombres en localidades entre 25.000 y 100.000 habitantes, después las mujeres que viajaban por motivos de trabajo y así sucesivamente hasta completar con los años el conjunto de la sociedad.

El “Carné de Identidad” se convirtió en fé de vida y la fotografía en el testimonio de la existencia. Nuestra presencia, nuestra identidad en definitiva, continúa siendo cierta desde la fotografía. Comparamos el rostro para hacer real a la persona presente en un fenómeno curioso que provoca otro debate, porque en ese análisis inmediato la fotografía es el elemento vivo, mientras que los pronombres –yo, tú, él, nosotros– hemos de demostrar que somos lo que aparece en la imagen fija.


El problema

Pese a la importante trayectoria de la identificación mediante fotografías, nos encontramos frente a una importante contradicción. El extenso debate generado por la objetividad o falsa objetividad de la fotografía nos conduce a una controversial conclusión: las fotografías no pueden demostrar una identidad.

Muchos atribuyen al proceso técnico de producción de la imagen fotográfica la característica de objetividad. Tal es el caso de Philippe Dubois, quien argumenta defendiendo la objetividad de la técnica de obtención de fotografías, que “se le ha atribuido una credibilidad, un peso real absolutamente singular. Y esta virtud irreductible del testimonio descansa principalmente en la conciencia que se tiene del proceso mecánico de producción de la imagen fotográfica, de su modo especifico de construcción y de existencia: lo que se ha llamado: automatismo de su génesis técnica”. Además, tomando en cuenta la realidad antes analizada, refuerza: “la fotografía, ya se este a favor o en contra, es considerada masivamente como una imitación, y la mas perfecta, de la realidad. Y esa capacidad mimética, según los discursos de la época, la obtiene de su misma naturaleza técnica, de su procedimiento mecánico, que permite hacer aparecer una imagen de forma automática, objetiva, casi natural, sin que intervenga directamente la mano del artista”

Dentro de esta línea, también podemos situar a Edward Weston que defiende la sinceridad de la imagen y argumenta que “solo con esfuerzo se puede obligar a la cámara a mentir: básicamente es un medio honesto: de modo que el fotógrafo tiene muchas mas probabilidades de acercarse a la naturaleza con espíritu inquisitivo, de comunión, que con esa petulancia impertinente de los artistas engreídos”

En la vereda de enfrente, Jean-Marie Schaeffer considera que “la información fotográfica es esencialmente de tipo indicial y como tal, debe ser definida como hecho receptivo que instituye una relación referencia entre la imagen y su impregnante”, comparte con Gisele Freund la idea de que “la objetividad de la imagen fotográfica no es mas que una ilusión. Los comentarios al pie pueden cambiar su significado”

Uno de los autores mas renombrados dentro de este debate es Roland Barthes que describe a la foto como “una emanación del referente”, para Barthes, la fotografía es un certificado de presencia y el retrato fotográfico es el certificado de presencia del individuo, un documento que legitima socialmente, la constatación de nuestra existencia, “la fotografía es indiferente a todo añadido: no inventa nada; es la autentificación misma, los artificios, raros, que permite no son probatorios; son por el contrario, trucajes: la fotografía solo es laboriosa cuando engaña”

Para Santos Zunzunegui, “la fuerza de la fotografía tiene que ver con la manera en que nos coloca ante una duplicación de las apariencias liberada de las distorsiones que introduce la imagen manual”, sin embargo no confía en su objetividad y afirma que “el propio Barthes advertirá que esa especie de objetividad fotográfica solo existe finalmente en el nivel del mito, pues, el mensaje absolutamente analógico se ve contaminado por una serie de procedimientos de modificación de lo real”.

Según Susan Sontag “las fotografías suministran evidencia”, pero a la vez “son una interpretación del mundo tanto como las pinturas y los dibujos”. Esta autora desconfía de la posibilidad de reconocer gente mediante fotos pero afirma que “las fotografías se pusieron al servicio de importantes instituciones de control, sobre todo la familia y la policía, como objetos simbólicos e informativos”.

También realizando una analogía entre la fotografía y los retratos pintados, Manlio Brusatin afirma que, si bien estos últimos pueden ser rehusados por el sujeto que no se reconoce, “el retrato fotográfico es inequívoco aunque se considere que un sujeto en aquel instante particular, o en una determinada edad, puede resultar mejor y más reconocible a sí mismo”.

Esther Berdión Propone no hablar de objetividad de la fotografía sino de objetividad aparente y, en virtud de esta característica, de su capacidad para crear un mundo ilusorio tan convincente como el real. Tanto es así que la seguimos considerando como equivalente de la verdad y la engullimos como parte de nuestro bagaje personal, como prolongación de nuestro conocimiento de lo vivido.

John Berger y Jean Mohr recuerdan que “las primeras fotografías fueron consideradas un prodigio porque, mucho mas directamente que cualquier otra forma de imagen visual, presentaban la apariencia de lo que estaba ausente. Preservaban el aspecto de las cosas y permitían transportar el aspecto de las cosas. Lo maravilloso de esto no era solo algo técnico”. Agregan que “en la relación entre una fotografía y las palabras, la fotografía reclama una interpretación y las palabras la proporcionan la mayoría de las veces. La fotografía, irrefutable en tanto que evidencia, pero débil en significado, cobra significación mediante las palabras. Y las palabras que por si mismas quedan en el plano de la generalización, recuperan una autenticidad especifica gracias a la irrefutabilidad de la fotografía”. En cuanto a la identificación de las personas, estos autores opinan que “cuando se utilizan fotografías en un sistema de control, su evidencia es mas o menos limitada a la hora de establecer identidad y presencia”, pero reconocen que “en cierto modo, no hay fotografías que puedan ser negadas. Todas las fotografías posen categoría de realidad. Lo que ha de examinarse es de que modo la fotografía puede o no dar significado a los hechos”

De manera contundente Fattorelo menciona en relación con la supuesta objetividad, que “Todo proceso informativo presupone una ineludible dosis de subjetivismo, de intencionalidad, de intento de captación de las opiniones ajenas por parte del sujeto promotor que elabora la forma del mensaje” y aclara que “ver una fotografía es como observar la realidad a través de una ventana”. Este autor destaca que la aparición de la foto coincide con la revolución industrial, y atribuye este invento al furor de la reproducción en serie del cual podría ser su equivalente visual.

Desde la filosofía, Emmanuel Kant aporta al debate cuando advierte que “no podemos conocer el estado real de las cosas ya que nuestra mente intuye un espacio y un tiempo que no experimenta sino que presupone. Esta presunción está influida por nuestra subjetividad. No vemos las cosas tal cual son sino tal cual nos parece que son, cada uno desde su propia óptica no objetiva”.

La psicología de la gestalt, por su parte, considera que la mente configura y crea según las percepciones sensoriales a las que se añaden la memoria, el pensamiento, la inteligencia y la experiencia. Si la vista es capaz de inducir a error y provocar que nuestro cerebro distorsione la realidad, ¿qué credibilidad debemos dar al resultado que nos brinda una máquina fotográfica? Ningún tipo de fotografía se puede atribuir la condición de pura o real y ningún fotógrafo puede pretender reflejar la realidad a través de la imperfección de su vista filtrada además por elementos ópticos materiales. ¿Quién puede ser tan ingenuo como para pensar que todo lo que nos rodea puede reducirse a la reacción química que se produce en un papel? Toda fotografía representa un punto de vista sobre la realidad. Las fotos tienen un enorme poder simbólico y emocional, y pueden arrastrar nuestra opinión sin que apenas nos demos cuenta de ello. La realidad existe independientemente de seres inteligentes que puedan registrarla o "interpretarla".

Jorge Claro León retoma las tesis fundacionales de la fotografía directa, condensadas en el principio de objetividad, que nutrían las necesidades técnicas, expresivas y filosóficas de muchos fotógrafos de la primera mitad del siglo XX. Un diccionario especializado define a la fotografía directa como “la fotografía inmediata, que caracteriza la aspiración de algunos fotógrafos a una fotografía no manipulada, comprometida con la realidad, la verdad y la estética. Su ideal en una descripción de personas y lugares impoluta y realista”. Sin embargo, justifica la subjetividad de las imágenes cuando dice que: “Lo real, en su integridad, es irreproducible, cualquier intento resulta parcial. La fotografía, por más identificable que resulte el objeto retratado, es siempre un recorte del entorno; como tal conlleva una exclusión de ciertos aspectos, el ordenamiento y jerarquización de otros y el énfasis de determinados detalles. De tal manera que la imagen producida, aún en el caso de una disciplina como el fotoperiodismo que tiene por meta alcanzar el más alto grado de objetividad, encierra un sesgo, un matiz que la convierte en obra personal, en reflejo no sólo del mundo, sino de la visión del mundo de su autor”.


La solución

El retrato fue el primer uso masivo de la fotografía, se le consideraba un equivalente al retrato pictórico. Sin embargo, como hemos desarrollado, tanto la semiótica, como la filosofía; la antropometría y la psicología e incluso la criminalística, comparten desde la mirada de muchos de sus teóricos, la idea de no fiarse de la imagen fotográfica. Pues bien, nos encontramos ante la necesidad de reemplazar la identificación de personas por intermedio de una fotografía por nuevas técnicas de reconocimiento de la unicidad del individuo. Es entonces cuando empezamos a hablar de biometría.

El término proviene de los vocablos griegos: Bios (vida) y Metron (medida). La biometría es una disciplina que estudia e reconocimiento de las personas a través de la medición de características intransferibles, cuantificables y accesibles. Busca determinar tres rasgos; Universalidad, ya que trabaja con signos presentes en cualquier persona susceptible de ser identificada, Permanencias, porque busca que estas características no cambien sustancialmente con el paso del tiempo y Unicidad, en tanto que las mediciones deben garantizar la baja probabilidad de que los patrones de dos sujetos coincidan.

La biometría abarca el estudio de dos grandes formas de identificación posibles dentro de la categoría de mediciones de patrones vitales; comprende la rama estática y la dinámica.

Estática: características corporales (Impresiones digitales, Geometría de la mano, Iris, Forma de la cara, Retina, Venas del dorso de la mano, Forma de las orejas, Temperatura corporal, Forma del cuerpo…)

Dinámica: características del comportamiento (Patrón de la voz, Firma manuscrita, Dinámica del tecleo, Cadencia del paso, Análisis gestual…)

Nombraremos, a continuación, algunos sistemas de identificación biométrica.

Ø Huellas digitales La epidermis -capa externa de la piel- posee patrones en la yema de los dedos de la mano que se forman por una combinación de factores genéticos y ambientales aleatorios, como la posición del feto en un momento particular y la composición y densidad exacta del líquido amniótico que lo rodea. La probabilidad de que dos personas tengan las mismas huellas dactilares es aproximadamente de 1 en 64.000 millones. Cuando se digitaliza una huella, los detalles son procesados mediante algoritmos que permiten obtener un índice numérico correspondiente a dicha huella. El resultado es un diagnóstico certero en más del 99% de los casos.

Ø El iris es la estructura indivisible del cuerpo humano más distintiva matemáticamente. En sus 11 milímetros de diámetro cada iris concentra más de 400 características que pueden ser usadas para identificar a su propietario; cuenta con un número de puntos distintivos 6 veces superior al de una huella dactilar; y la posibilidad de que dos iris sean idénticos es de una entre 1078. El iris no cambia a lo largo de la vida, y sus patrones no están determinados genéticamente, por lo que incluso el ojo izquierdo y el derecho de un mismo individuo son diferentes. Se trata de un órgano interno protegido pero visible externamente, lo cual lo vuelve adecuado para este tipo de aplicación.

Ø Retina El análisis del patrón de venas de esta región situada en el fondo del ojo permite reconocer la identidad de un individuo. Se trata de un método muy preciso, pero hay quienes lo consideran intrusivo. Se escanea la retina con una radiación infrarroja de baja intensidad en forma de espiral, detectando los nodos y ramas del área retinal.

Ø Reconocimiento facial el rostro es el elemento que con más frecuencia utilizamos los seres humanos para identificar a otro individuo. Los sistemas biométricos de reconocimiento facial, interpretan cada imagen facial como un conjunto bidimensional de patrones brillantes y oscuros, con diferentes intensidades de luz en el rostro. Estos patrones se convierten en un algoritmo que representa el conjunto de la fisonomía de cada individuo. Pueden medirse a cierta distancia sin que el sujeto sea consciente de ello. Este tipo de sistemas esta sujeto a las condiciones ambientales en el momento de capturar la imagen, la posición de la cabeza y la expresión del rostro pueden influir.

Ø Huella auricular Los organismos británicos dedicados a la Investigación Criminal decidieron crear una base de datos de orejas de individuos voluntarios con el fin de demostrar que no existen dos orejas exactamente iguales. Y en 2004, patólogos forenses dieron un paso clave al desarrollar un sistema informático que permite identificar a un individuo utilizando su huella auricular.

Ø La forma de la mano puede ser de gran valor en biometría. La mano humana no es única, sin embargo, su perfil resulta útil si el sistema biométrico lo combina con imágenes individuales de algunos dedos. Estas características se transforman en una serie de patrones numéricos.

Ø Lo mismo sucede con los vasos sanguíneos de la mano. El grosor y la localización de las venas de la mano son, en principio, características únicas suficientes para confirmar la identidad de un individuo. Para "leer" ese trazado venoso basta con utilizar un escáner infrarrojo.

Ø Firma olfativa el olor de un individuo está generado por moléculas del sistema inmune. Este aroma no se puede enmascarar usando productos de higiene personal. Es casi imposible imitar o duplicar el olor personal de alguien. Estas cualidades han hecho que los esfuerzos por trasladar la capacidad olfativa a un sistema electrónico de identificación se multipliquen. El resultado son sensores que pretenden superar a la nariz humana.

Ø Los sistemas de Verificación de habla, registran el sonido emitido por un individuo e identifican sus patrones de timbre, intensidad y frecuencia. La voz permite usar sistemas dependientes del texto, en los cuales el sistema de accesos solicita una frase de entrada distinta cada vez, con lo que una grabación previa podría ser rechazada, dado que el texto no coincidiría. Es el único caso en que se puede solicitar al usuario que ofrezca una presentación diferente de su rasgo biométrico. Su nivel de seguridad es bajo, ya que es sensible al ruido ambiental y puede verse influenciado por una simple congestión nasal.

Ø La Voz, es otro patrón comparable. El reconocimiento del habla detecta palabras y frases de una señal de audio entrante; el reconocimiento de voz intenta detectar una muestra de voz dada por la persona que habla. La huella de voz es determinada por el tamaño de las cavidades vocales, las características propias de las cuerdas vocales, es modificada según la forma de hablar, la forma en que se mueve la boca, labios, lengua, mandíbula y dientes. Las posibilidades de que dos personas tengan las mismas características de voz son mínimas.

Ø La verificación de la firma consiste en un simple análisis visual sobre una impresión en papel, pero en los modelos biométricos se utiliza además la forma de firmar, las características dinámicas: el tiempo utilizado, las veces que se separa el bolígrafo del papel, el ángulo con que se realiza cada trazo. El principal obstáculo a su correcta ejecución son los usuarios, que no suelen firmar uniformemente. La solución es relajar las restricciones del sistema, con lo que se reduce su seguridad.

Ø Forma de caminar. Aún no se ha demostrado que el patrón sea totalmente único, pero el interés de su aplicación en sistemas de identificación es indudable. Las principales dificultades estriban en los parámetros que influyen en nuestra forma de caminar, como el calzado, el suelo sobre el que caminamos, el nivel de cansancio del viandante, las lesiones o incluso el paso del tiempo. Por eso, de momento, se plantea su uso en combinación con otros sistemas.

Ø ADN no está del todo desarrollado. actualmente, las técnicas de identificación de ADN comparan sólo el 10% del genoma, lo que hace que su precisión sea inferior a la de los sistemas basados en el iris o la retina. Otra desventaja es que se trata de un método invasivo, ya que es necesaria una muestra de saliva, sangre o algún tejido corporal para el análisis. Además, dado que se tardan horas en obtener una huella genética, son muchos quienes aseguran que aún es pronto para considerarlo como sistema biométrico.


Ejemplos

A continuación se presentan algunos ejemplos de la incapacidad de la fotografía como forma de acreditar identidad en la documentación personal.

El primer ejemplo que me gustaría consignar, es el que motivó esta investigación; la situación de ejercer el voto. Como ciudadanos argentinos, en nuestro documento, sobre la foto, llevamos impresa nuestra huella dactilar. La misma es un rasgo biométrico muy antiguo.

Entre todas las características corporales, las huellas dactilares fueron las primeras en la historia del ser humano utilizadas para la identificación. Su primer uso conocido se remonta a la Antigua Babilonia, donde los reyes firmaban las tabletas de arcilla grabando las yemas de sus dedos antes de cocerlas. En China, en el año 650 de nuestra era, se estableció que para divorciarse de una mujer, el marido debía exponer siete motivos y firmar el documento con las huellas dactilares. También en la India se empezó a emplear pronto esta marca en documentos legales.

La primera aproximación científica al uso de las huellas dactilares como identificador biométrico llegó en 1880, cuando Henry Faulds propuso un método para catalogarlas destacando que cada individuo tenía huellas únicas e irrepetibles y éstas permanecían inalterables toda la vida.

De todos los sistemas de identificación biométrica existentes, las huellas dactilares son las únicas legalmente reconocidas como prueba fidedigna de identidad. Es un sistema efectivo y cómodo de aplicar. Las huellas digitales son características exclusivas de los primates. En la especie humana se forman a partir de la sexta semana de vida intrauterina y no varían en sus características a lo largo de toda la vida del individuo. Son las formas caprichosas que adopta la piel que cubre las yemas de los dedos.

Volviendo al ejemplo, la presencia de la huella dactilar en nuestro documento es, sin dudas, una clara intención de no dejar el reconocimiento del portador a cargo de la fotografía. Sin embargo, ante uno de los usos más importantes de nuestro DNI (las elecciones), en Argentina, el ciudadano es individualizado y autentificado por un vistazo veloz (y en muchos casos, descuidado) de la fotografía.

A modo de comparación, quiero citar dos casos. En primer lugar, el de Mauritania, donde han introducido el sistema de reconocimiento dactilar en los procesos electorales, debido a que gran parte de la población es analfabeta y como segundo ejemplo, Venezuela, un país latinoamericano en el que desde 2004, el votante coloca su pulgar sobre un sensor antes de sufragar. La mención de estos dos casos es arbitraria; el fenómeno biométrico se extiende necesariamente a lo largo y ancho del mundo, y cada vez son mas los países que deciden usar estas técnicas en los procesos electorales para garantizar que el ciudadano que va a emitir el voto sea quien dice ser.

Otro ejemplo claro del uso de los dispositivos biométricos en la actualidad como reemplazo de la imagen del rostro de un individuo, es el de aquel famoso narcotraficante colombiano, que alteraba sus rasgos faciales mediante cirugías, y fue detenido en Brasil (en agosto de este año), después de ser identificado gracias a una grabación que fue de gran utilidad para la DEA. Los sistemas de inteligencia estadounidenses implementaron hace años la tecnología del reconocimiento a partir de la voz.

Los sistemas de verificación de voz, que registran el sonido emitido por un individuo e identifican sus patrones de timbre, intensidad y frecuencia. Los sensores de adquisición (micrófonos) son extremadamente baratos, y en el caso de acceso telefónico, ya sea fijo o móvil, no se requiere ningún hardware específico adicional, puesto que el propio micro del teléfono realiza esta función.

Un ultimo ejemplo; en marzo de 2006 se autorizo en Córdoba el cambio de fotografía en el DNI de Vanesa, presidente de la Asociación de Travestis Unidas de Córdoba. Este dato nos remite a una concreta realidad; cientos de personas en nuestro país certifican su identidad con un documento de hombre, mientras nosotros vemos un aspecto de mujer, sin intensiones de entrar en debate sobre estas alteraciones físicas, queda en evidencia una realidad; la imagen del documento solo coincide con la porción seleccionada de la imagen del sujeto retratado en el momento del retrato. ¿Hay una prueba más contundente de lo temporal que es un DNI?

En este año, en que se sucedieron tantas jornadas de ejercicio del sufragio, varias travestis afirmaron no haberse presentado a ejercer su derecho a causa de la vergüenza que les implica mostrar una imagen de alguien que no sienten ser. Llegamos a un punto en que no sentir una fotografía propia como prueba de la identidad del fotografiado, atenta contra la posibilidad de acceder a ciertos derechos, como la elección de representantes.

Sin ir a casos tan extremos, también vemos variaciones notables y radicales entre la imagen del portador y el mismísimo portador en individuos que realizaron la última actualización obligatoria del documento nacional (a los 18 años), y continúan circulando con esa evidencia de si mismos, tan poco fidedigna, pero autorizada para dar cuenta de la identidad del ciudadano en cuestión.


Conclusión

Después de este recorrido teórico y empírico de la realidad de nuestro país en cuanto a la documentación que nos autentifica, podemos concluir que no existen argumentos suficientes para continuar confiando en la imagen fotográfica como medio para identificarnos.

Cada vez existen mas formas de registrar las diferencias entre las personas, pero estas técnicas distan de ser verificaciones a simple vista, son matemáticamente avanzadas y complejas. Tenemos muchas razones para no confiar en nuestros sentidos al momento de reconocer a la gente.

Gran cantidad de países ya han agregado un microchip a los documentos de identidad. Muchos especialistas se encuentran en este momento tratando de superarse a si mismos en la búsqueda de nuevas alternativas de reconocimiento que permitan las aplicaciones de las que hemos hablado. Ya sea que se trate de una operación criminalistica de individualización de sospechosos o se trate de garantizar la seguridad de áreas o dispositivos confidenciales, la biométrica tiene la responsabilidad de reemplazar la imagen fotográfica que tanta confianza supo inspirar desde Disderi en 1853.

De todos modos, no seria metódico plantear a la biometría como la clave de la identificación definitiva. Los avances de las investigaciones continúan y cada vez resulta más necesario recurrir a diversas formas de legitimar la identidad de los sujetos. Algún día será la biométrica la que pase a formar parte de las técnicas descartadas y deba ser sustituida por caracterizaciones más específicas y sofisticadas de identificación de las personas.



Bibliografía:

§ Barthes, Roland: “La cámara lúcida”. Barcelona, Paidós, 1990 .

§ Antón Barberá, Francisco. “Policía científica”. Tomos I y II. Valencia, Tirant lo Blanc, 2003.

§ Baudrillard, Jean. “Photographies” 1985 - 1998, Germany, Hatje Kants Publishers, 1999

§ Berdión, Esther. “La fotografía pintada” (se desconoce el resto de la información)

§ Berger, John “Otra manera de contar” Mestizo (se desconoce el resto de la información)

§ Brusatin, Manlio: Historia de las imágenes. Madrid, Julio Ollero Editor, 1992.

§ Claro León, Jorge. “La foto directa/discurso insuficiente” (se desconoce el resto de la información)

§ Dubois, Philippe. “El acto fotográfico”. Barcelona, Paidos. 1986

§ Fontcuberta, Joan (ed.): Estética fotográfica. Barcelona, Gustavo Gili, 2003.

§ Fontcuberta, Joan. “El beso de Judas. Fotografía y verdad”. Editorial, Gustavo Gili. Barcelona, 2000.

§ Freund Giselle. “La fotografia como documento social”. Barcelona, Gustavo Gili. 1993

§ Kurtz, Gerardo F.: “Sobre el retrato fotográfico y el proyecto fotográfico policial de Julián Zugasti”, en Archivos de la fotografía, vol I, nº 1, pp. 9-67.

§ Leo de Blas, Jana. "Estigmas fatales. La fotografía contra la identificación por la fotografía", en Nueva Lente. Inicio y desarrollo de la fotografía de creación en España. Madrid, 1993, p.235.

§ Matthews, James. “Biometircs: An Overview” Traductor: Year of the Dragon (se desconoce el resto de la información)

§ Sánchez Vigil, Juan Miguel y Fernández Fuentes, Belén “La fotografía como documento de identidad”. Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Complutense de Madrid. (se desconoce el resto de la información)

§ Sánchez Vigil, Juan Miguel: El Universo de la Fotografía. Madrid, Espasa Calpe, 2000.

§ Schaeffer, Jean-Marie. “La imagen precaria del dispositivo fotográfico”. Cátedra. Signo e imagen. 1993

§ Sontag, Susan. “Sobre la fotografía”. Buenos Aires, Sudamericana. 1977.

§ Zunzunegui, Santos. “Pensar la imagen”. Cátedra/Universidad del País Vasco. Signo e Imagen. 1998

§ La fotografía como documento de identidad Juan MIGUEL SÁNCHEZ VIGIL / Belén FERNÁNDEZ FUENTES Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Complutense de Madrid jmvigil@espasa.es